Ivo Eterovic, presidente de la Comisión Nacional de Doping, de la Federación Boliviana de Fútbol, expresó su satisfacción por este hecho, que atribuyó sobre todo, al temor que existe en los deportistas de ser sancionados con duras penas y, de paso, el trabajo de los dirigentes de clubes, que no quieren que el nombre de sus instituciones se vean involucrados en un caso de estas características.
El médico, con experiencia de varios años en el campo de los controles antidoping, dijo además, que los casos positivos en gestiones anteriores y las correspondientes sanciones, hicieron saltar las alarmas y ahora los jugadores tienen mucho cuidado en seguir al pie de la letra las normas que rigen en el fútbol boliviano en cuanto a consumo de sustancias prohibidas.
“El temor a una sanción drástica que le priva al jugador que incurre en estas faltas, actuar por lo menos dos años en el fútbol profesional, es el motivo principal para que no se hubieran presentado casos de doping positivo”, afirmó el presidente de la Comisión Nacional de Doping.
Agregó, empero, que una parte tiene que ver con la conciencia de los jugadores, sobre el daño que les causa el consumo a su organismo, su vida personal y su carrera profesional.
La situación que se presenta este año es diferente a la de 2010. A estas alturas, el año pasado, ya había un doping positivo de Walter Flores, de Bolívar, en un partido de Copa Libertadores, y asomaba uno más en Aurora, por Carlos Guzmán.
En la segunda mitad del año anterior, se presentó otro, también en Aurora y el protagonista fue el central paraguayo Edgar Miranda.
El costo se justifica
Una prueba rutinaria antidoping tiene un costo de 90 dólares, por consiguiente, las cuatro de cada partido: 360; este monto corre a cargo del equipo que oficia de local.
Para el caso de que en un club se presenten tres jugadores con doping positivo en un campeonato, la sanción es drástica: Pérdida de tres puntos, multa de 10 mil euros y suspensión de dos años a los jugadores involucrados.
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